En cuanto acaban las vacaciones de verano, se necesita un cambio de mentalidad para los escolares y estudiantes. Y cada vez son más los padres que se ven en la tesitura de ¿cómo preparar a nuestros hijos para el nuevo curso?
Los que hayan desconectado del curso en junio porque acabaron bien su sprint final, seguramente han aprovechado al máximo el descanso. Pero quizás su entrenamiento del estudio les ha permitido continuar con la lectura, un hábito muy fructífero que facilita el estudio durante todo el año, aunque no se trate de las materias lectivas.
Sin embargo, otros alumnos no han dejado el esfuerzo durante las vacaciones porque tuvieron que dedicar unas horas a las clases particulares para enfrentarse a las pruebas de septiembre. La diferencia entre un panorama y otro es grande, luego para evitar pasar el verano ocupado en clases de apoyo y esfuerzo extra, hay algunos trucos que dan resultado a lo largo del curso que no suponen demasiado sacrificio. A decir verdad, ninguno.
Los padres que motivan a sus hijos para conseguir aquello que más les gusta, tendrán en esta simple tarea la recompensa de que también recompensará a los alumnos. Y si este método de estimular a los hijos desde pequeños se aplica sin descanso, ellos mismos se dan cuenta de que el esfuerzo vale la pena. Pero también, sin anteponer un logro concreto que les haga perseguir con ilusión aquello para lo que se afanan, carece del impulso motor que activa todo el proceso.De esta manera, descubrir qué es lo que más les gusta a los hijos y con lo que son más felices, sería todo el trabajo de los padres y toda la preparación con la que apoyarles. Porque siempre hay algo que prefieren, algo que les hace más ilusión en la vida que ellos conocen y para lo que posiblemente estén mejor dotados. Y ayudarles a conseguirlo empujando su autoestima, es el mejor comienzo.
Si el deseo de cumplirlo es lo suficientemente fuerte, alimentado por los padres y rodeado de más estímulos que procedan del ocio, el deporte y el entretenimiento constructivo, la llegada del nuevo curso no supone un drama ni siquiera un colapso en sus vidas, como algunos estudiantes experimentan. Retoman el encuentro con compañeros y profesores, la disciplina que les permite avanzar, y alcanzar pequeñas metas todos los días es la base de acumular logros constantes que al final derivan en triunfos más grandes.
Prepararles es hacerles ver la parte evidentemente positiva de todo lo que van a sacar de provecho en el nuevo curso, eliminando obstáculos en lo posible y enfocándose solo en lo bueno de cada meta. La de los más pequeños puede ser ver a sus amigos aunque madruguen, pero la de los mayores puede ser un verano estudiando idiomas en otro país.